martes, 1 de julio de 2008

Versión mejorada de Una Historia Sencilla de Diversey Lever

No hay NADA de Pedroni en internet???

Che, ké vergüenza para nos, lxs santafesinxs, ke ningunx de nosotrxs se dignó en subir un carajo de pedazo de obra del mítico padre de la poesía santafesina, José Pedroni... Les guste o no!
Yo, por mi parte, odio la rima. El canto me produce nauseas, pero este tipo lo hizo con una capacidad preciosa de metonimia e idea sobre todo el entorno, ke, al menos ahora, en nuestros tiempos, es hermoso leer para entender miles de cosas (si es ke su obra no te arranca los pelos de los brazos cuando se te pone la piel de gallina... a mi no tanto).
Ay ay ay... esto me hace transcribirlo de una copia ke tengo de su antología (posmortem) Hacecillo de Elena (Editorial Colmegna, Santa fe, enero del '82)

Aka pongo uno de mi agrado, ke no es TAN representativo de él...

CUENTO DEL PEQUEÑO HANS

I
Hans... Hans... -llamaba el abuelo.-
Hans... Hans... -la madre gemía.-
Hans estaba muerto en el monte.
No respondía.

Por la hendedura del valle
el eco iba y venía.

Como en los cuentos que empiezan
con una vez había...,
Hans era un chiquillo
que a todos seguía
con esa carota
de luna tardía.

Hans por nada lloraba.
Hans por nada reía.
Era un ángel según
el abuelo decía,
como así el señor cura
cuya misa servía
sin hablar.
Pero un día ¡ay! un día
(¡por qué lo hiciste, Hans?)
¡Hans robó una alcancía!

Y desde entonces fue
por el pueblo el sosía
del Hans de Wilde,
aquel a quien seguía
la voz del molinero
con su filosofía.

¡Hans, bárreme la tienda!
-el robado exigía.-
¡Hans, llévame la carga1
-es lo que se oía.-
¡Hans, sigue tu camino!
-dueño y policía.-
Hans... Hans... Hans...
¡Ladrón de alcancías!
Hans... Hans... Hans...
-de noche y de día.-

Ojos desconfiados
en la sedería.
Campanas de alarma
la juguetería.

¡Bribón de bribones,
llorar en la vía!
'Rapaz del demonio
jugar con María!
¡Maldito pillastre,
decirme buen día!
¡Muchachos, cuidado!
¡Cuidado, Marías!


II
Por el camino del lobo
Hans huía.
Los picos de mil halcones
le perseguían.

En el recodo, esperándole,
enorme boca se abría.

La madre lloraba.
El padre sufría.
Hans estaba tirado en la muerte.
No respondía.

De los negros árboles
a su boca fría
las hormigas de monte
iban y venían.


...Hay cosas más interesantes igual...

Esteban Porronett